domingo, 1 de junio de 2008

¿El Chocolate una adicción?

Quien lo probó lo sabe: el sabor del chocolate ha inspirado muchos estudios, lo mismo golosos, gourmets y hasta psicólogos han hablado sobre esta morena adicción que se contrae cuando metemos la mano en una caja de dulces bombones o hundimos nuestros dientes en una barra oscura.

En los países nórdicos las tabletas de chocolate son parte indispensable de la alimentación, ya que forma parte de una dieta cotidiana mucho más rica en grasas y azúcares (basta recordar el frío de aquellas tierras) y no se reserva para ocasiones especiales.
Aunque seguramente somos muchos los venezolanos que disfrutamos del placer del chocolate cada vez que podemos. Sin embargo, esta golosina generalmente es también un regalo o un premio.



Chocolatómanos, chocolatodependientes y hasta chocolatopoetas han expresado su amor por este fragante moreno, he aquí un fragmento de Ruggero De Daninos, apasionado poeta italiano:
"Una vez retirada la resplandeciente envoltura, aparece la piel lisa, suave, bronceada, digna de ser acariciada en su totalidad. Finalmente, su cuerpo dulce, amoldable, dúctil, cálido, blando, flexible, dócil…, frente al que ningún voto de castidad ni siquiera sería imaginable…"



El chocolate es una tentación. Personajes como Goethe, Hitler y Napoleón sintieron atracción hacia el chocolate. Pero no es necesario recurrir a personajes famosos: seguramente tú conoces a más de un chocolatoadicto, si no es que tú mismo padeces esta contagiosa adicción.

Esto se debe a que el chocolate es un estimulante natural y puede resultar altamente adictivo debido a la feniletilamina, una sustancia química del grupo de las endorfinas. Los efectos ya los conoces: cuando esta sustancia se introduce en nuestra sangre eleva nuestro estado de ánimo, creando energía y una sensación de euforia.

Cuando nos enamoramos aumenta el nivel de feniletilamina de nuestro cerebro; por eso es que muchas personas a falta de amor o para animarse recurren al chocolate. Si no fuera por el chocolate, seguramente nunca habrías podido comer con gusto unas "lenguas de gato"; o te causaría mucha repulsión comerte un conejito. Ni hablar de los balones de futbol y de los únicos cigarros que tus papás te darían como regalo. Incluso hay personas tan apasionadas que compran recortes de chocolate de grandes fábricas que llegan a pesar varios kilos.